Los sacerdotes alzaron la voz, no voces [unidad]. Unánimes hacían un solo sonido con una sola voz, alabando y dando gracias al Señor. Mientras estaban juntos, el sonido que hacían llegó al Señor, la nube los cubrió y quedaron llenos de la gloria del Señor. Como edificio de Dios, no podemos reclamar la gloria cuando no estamos juntos.
