No dejes que nadie te menosprecie porque eres joven porque lo que llevas es más que tu apariencia. Esto se dirige a todos sin importar su edad, porque hay personas que han llegado a la edad adulta pero todavía se desprecian a sí mismos. Se necesita humildad para que uno siga siendo un niño y esa persona es deseada por Dios. Incluso los adultos que llevan la humildad son niños a los ojos de Dios.
